SACIA TU BOCA DE
BIEN
Salmos 81:8-10
INTRODUCCIÓN: Un padre de familia tenía un hijo con parálisis físico y retraso mental. Aunque el
hijo ya era mayor de edad seguía siendo un niño
mentalmente y por la parálisis no podía hacer nada por sí mismo. Siempre
requería la ayuda del padre que ya era un anciano, él le atendía en todas sus
necesidades, le vestía, le alimentaba, le limpiaba cuando hacía sus necesidades
biológicas; confesó el padre que muchas veces había tomado la decisión de
quitarse la vida; pero desistió de la idea cuando se encontraba con la mirada
del hijo que le sonreía con una sonrisa tan inocente. Un periodista le preguntó
cómo pudo superar esta situación tan dolorosa y él le contestó “Es mi destino, mi hijo nació para ser amado y yo vivo para amar a mi hijo no
puedo acusar a nadie” Leyendo el artículo fui conmovido. Aprendí que la
relación del hombre con Dios es la misma. Dios está para amar al hombre y
nosotros estábamos destinados a recibir el amor de Dios. Toda la tragedia de la
vida del hombre procede del rechazo del amor de Dios, y el esfuerzo humano de vivir centrado en sí mismo.
I.
EL AMOR DE DIOS.
Primeramente debemos entender que Dios es amor. Una
de las
personalidades del amor es dar siempre y no pedir nada a cambio. El amor nunca pide nada a cambio. Todo lo
contrario, siempre está dando. Los padres por amor a los hijos están siempre
dando lo mejor. Si el marido amara a su mujer querrá dar todo lo que ella necesita. Si
nosotros amamos el país,
estaríamos pensando qué debemos hacer por el país. De tal manera amó Dios al
mundo que primero creó todas las cosas, el jardín del Edén y los entregó a
Adán. Le dio la luz, el cielo, la tierra, el mar, las plantas, el sol, la luna,
las estrellas, los peces, las aves del cielo y animales, todos los que se
arrastra sobre la tierra, y toda especie de reptiles. ¿Por qué? Porque Dios es
amor. En Génesis
2:8 dice “Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y
puso allí al hombre que había formado”. Porque ama al
hombre que formó el jardín del Edén y se lo entregó a Adán. Sin embargo, el
hombre se rebeló contra Dios y quiso vivir por sí mismo. Se rebeló contra Dios. Aún así Dios
envió a su Hijo unigénito con la finalidad de salvarlos.
En II Corintios 5:21 dice “Al que no
fuésemos hechos justicia de Dios en él” Porque Dios es amor, él
no deseaba destruir al hombre caído por la rebeldía, en su lugar envió a su
Hijo unigénito para salvar. Pues,
el amor es entregar todo incondicionalmente. El Señor tiene todo preparado para
la vida del hombre.
En I Corintios 2:9 dice “Antes bien, como
está escrito:
Cosas que ojo no
vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha
preparado para los que le aman”
La providencia de Dios sobrepasa a nuestras
imaginaciones.
En Salmos 34:9 dice “Temed a Jehová, vosotros sus
santos, Pues nada falta a los que le temen”.
Mientras que el pueblo Israel estuvo peregrinando
en el desierto 40 años, Dios los alimentó, los vistió, y los calzó y los
protegió. Los guió a la tierra que fluye leche y miel. Asimismo también tiene
preparado para nosotros el reino de Dios. Una vez que nuestra vida en la tierra se termine, no todo se
acaba. Cuando este tabernáculo del polvo se deshaga, entraremos a una casa no hecha de mano.
Porque dijo el Señor en San Juan 14:1-3 “No se turbe vuestro
corazón; creéis en Dios, creed también en mí.
En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo
hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os
preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo
estoy, vosotros también estéis”. Porque nos
ama, él tiene preparado una morada eterna.
En Apocalipsis 21:2 dice “Y yo Juan vi la
santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como
una esposa ataviada para su marido”. Un famoso
filósofo y teólogo Kierkegaard confesó que el hombre es un animal enfermo que va
hacia la muerte. Y confesó sobre la providencia de
Dios de la siguiente manera “Oh Dios, tú nos amaste primero. Nosotros pensamos desde el
punto de vista histórico que tú nos amaste en un tiempo específico del pasado.
No obstante tú nos amaste primero, en toda nuestra vida sin dejar pasar un solo
segundo de nuestra vida nos expresaste tu amor. Al despertarnos en la mañana
nos presentamos ante tu presencia, antes que yo llegara, allí estabas tú,
esperando a mi persona. Cuando me aparto de los ajetreos de la vida y me
presento ante ti, allí también estabas tú, antes que yo y estas siempre conmigo
eternamente” Kierkegaard
confesó que Dios está en dondequiera que nosotros vayamos antes que nosotros
lleguemos allí. Que todo lo tiene preparado, porque él es amor.
La Biblia nos declara que
Dios es amor. El sol nos caliente los 365 días
del año. Si no existiera el sol, ningún ser viviente incluyendo a los animales,
a las plantas, los peces no podrían sobrevivir de ninguna manera. Es decir, él nos ama los 365 días del año. Porque él es amor
que desea que todos nos vayan bien, tengamos salud y prospere nuestra alma. Desea que estemos
llenos de vida y vida en abundancia.
Así nos habla “Abre tu boca y yo la llenaré”. Asido a la fe, a la esperanza y amor, abra su
boca hacia Dios y él sin cesar la llenará.
II.
LA GRACIA DE JESÚS
La gracia es un regalo de Dios sin precio. Dios nos
llena de amor y por medio de Jesús nos llena de gracia. No pide nada a cambio,
mas nos colma de bendiciones. Para liberar al hombre de la cadena de
desobediencia, se encarnó. Porque el hombre estaba sufriendo del yugo de
esclavitud y la única manera de liberar al hombre de las cadenas era que el
Hijo de Dios viniese al mundo como uno de nosotros. Tomó la forma del hombre caído,
entró en medio del yugo de esclavitud,
para despojarnos de ella. Tomó el pecado, y con la muerte pagó y canceló la
deuda del pecado y sin precio nos entregó la salvación. La salvación no podemos
comprarla con dinero ni con nuestros esfuerzos, ni tampoco con penitencias. La
salvación es un regalo de Dios que ofrece a la humanidad por medio de Jesús,
quien no conociendo el pecado se hizo pecado, subió a la cruz y padeció toda
vergüenza y dolor con la finalidad de entregarnos libertad y emancipación de
las cadenas de esclavitud.
En Efesios 2:8 dice “Porque por gracia sois salvos por medio
de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios”
¡Qué maravilloso regalo! Incomparable con el regalo
que uno recibe en la Navidad. Pues, Dios nos da la vida eterna como galardón.
Asimismo cuando recibimos al Señor Jesús como salvador personal, nos hace una
nueva criatura. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas
nuevas. Nos renueva y nos atavía para una nueva vida. Algunos se preguntan ¿qué
cosa nueva puede suceder después que acepte a Jesús? Lo cierto es que en Jesús
el hombre viejo será transformado a nuevo, porque Dios nos vestirá de justicia y de gloria.
Nos vestirá de santidad y de la llenura del Espíritu Santo. Nos vestirá de sanidad y salud, nos vestirá de la
prosperidad de Abraham. Nos vestirá de resurrección y la vida eterna.
Despojaremos del vestido sucio, inmundo e podrido para
vestirnos de una ropa resplandeciente y gloriosa. Ustedes ya no están vestidos
de la ropa vieja.
Están vestidos de Cristo. Ya son personas
justificadas, gloriosas, santificadas y llenas del Espíritu Santo; Sanados y
saludables. Libres de la maldición y llenos de la prosperidad de Abraham.
Pueblo del reino de Dios y partícipe de la gloria de la resurrección. Aún más
el Señor nos ha liberados de la triple maldición, en su lugar contamos con la
Triple Bendición. Pues, después de la caída de Adán, el mundo se llenó de
muerte, maldición y enfermedades. Pero Jesús por medio de la cruz nos trajo perdón
de los pecados, desmanteló la maldición, y derribó la muerte; para llenarnos de
prosperidad en todas las cosas, salud y prosperidad del alma. Asimismo nos
otorgó una nueva posición. Nos escogió como su linaje. De entre todo el pueblo,
nos escogió a nosotros para que seamos real sacerdocio. Para que en la vida
junto al Señor reinemos como reyes, nación santa donde el Señor mismo gobierna
y pueblo adquirido por Dios para que Dios mismos nos guarde y nos proteja. Por
tanto, la Biblia dice “Abre tu boca y yo la llenaré”. Esta es la vida que
contamos en Cristo Jesús.
Porque esto es el amor manifiesto de Dios hacia
nosotros y su favor no tiene límite.
En Romanos 8:32 dice “El que no
escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no
nos dará también con él todas las cosas?”
Y en San Mateo 7:11 dice “Pues si
vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más
vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?”.
Sabiendo cuán bueno y fiel es el Señor, debemos
abrir nuestra boca. Porque él es bueno y siempre querrá llenarnos de cosas
buenas.
Durante los días primaverales las golondrinas regresan
de sus viajes migratorios y hacen sus nidos debajo de alero.
Con mucho trabajo hacen el nido con paja y barro.
Después que ponen los huevos y éstos son incubados con sumo cuidado, los padres
golondrinas cumplen cientos de vuelos para alimentar a los pichones. Unos se
engordan mientras que otros están flacos. Eso es porque cuando la madre golondrina
trae el alimento, ella llena al que abre anchamente la boca. La madre no conoce el nombre de ellos, ella no sabe
quién comió y quién no comió. No tiene conocimiento de
números. Así ella alimenta al que abre bien la boca. Y el que no abre bien la
boca no podrá comer.
También nosotros, si conocemos los beneficios de
Dios, debemos
abrir bien la boca para orar, entonces Dios de su abundancia nos llenará. Pero por otro lado en lugar
de abrir la boca se llena de dudas y no se esfuerza en oraciones, quedará
flacucho y desalentado. Dios siempre quiere manifestar sus prodigios y señales.
Cuando por primera vez llegó el evangelio a Corea, hubo un hombre llamado Ko Chan Ik.
Nació en la provincia de Pungyan, era un borracho,
jugador y artesano de zapatos de cuero.
Repetidamente fue azotado en el pretorio, hasta que
se quedó mudo.
Lo habían azotado de tal manera que quedó mudo.
En tiempo antiguo no existían Derechos Humanos. Un
día no pudiendo resistir contra la persecución por la deuda quiso suicidarse
tomando veneno, pero se salvó a duras penas. No obstante, él ya estaba medio
paralítico. Un día un misionero americano Kale le evangelizó y le entregó una literatura
que narraba sobre Jacob y decía “cuál es tu nombre”. Regresó a casa y lo leyó.
En el sueño se le apareció una persona vestida de blanco y le preguntaba “cuál es tu nombre”.
Asustado le contestó “Ko, Ko, Ko” en ese tiempo los
de bajo rango no tenían nombre, solamente apellido. Y volvió a preguntarle
“dime cuál es tu nombre”
Temblando aún más le
contestó “Mi apellido es Ko, soy un borracho,
peleador y jugador. No sé quién es usted, pero ayúdeme y perdóneme” y el hombre
vestido de blanco golpeando la espalda le dijo “Desde ahora tú eres mi hijo” y
desapareció. Despertándose del sueño volvió a leer y a leer la literatura y sin que se dé cuenta se le
soltó la lengua y recobró el habla. Asombrado buscó al misionero quien le había
entregado la literatura y después que escuchó el evangelio, aceptó a Jesús. Ko
Chan Ik como artesano de zapato de cuero era considerado como vil durante la época de
Chosun. De modo que tenía solamente el apellido Ko y no el nombre. Pero el
misionero Kale le nombró Chan Ik.
Para que influenciara a muchas personas para bien. Después de este encuentro Ko Chan Ik buscó a todas las personas que él había lastimado y confesó
“yo era ladrón y peleador, pero ahora soy una nueva persona en Jesús, les haré
un par de zapatos”. Comenzó a arrepentirse de sus faltas y a recompensarlos con
par de zapatos y así evangelizaba. Viendo el cambio tan repentina de Ko, ellos se maravillaban y asentían
que era poder de Dios de lo contrario sería
imposible. Así por medio de él muchos aceptaron a Jesús y en el año 1904 fue
ordenado como anciano de la iglesia Yundon, vivió toda su vida sirviendo y evangelizando
al Señor. Si
alguno está en Cristo, nueva criatura es. Porque el
Señor mismo tomó nuestros pecados, y todo aquel que cree en él recibirá la salvación y se convertirá en una nueva criatura. Así, pues, Jesús
es nuestra gracia. Dios nuestro Padre celestial llenos de amor y por medio de
la cruz de Jesús nos llena de la gracia sin igual.
III.
LA COMUNIÓN CON EL ESPÍRITU SANTO
El Espíritu Santo nos
mantiene en comunión con el amor del Padre y con la
gracia del Hijo. Porque el Espíritu Santo nos mantiene en comunión con nosotros, así entendemos
el amor de Dios y la gracia de Jesús.
En San Juan 3:5 dice “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de
agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”.
Creer en Jesús significa
volver a nacer. No se trata de aceptar una
nueva religión. Tampoco se trata de aprender una nueva filosofía. Ni aprender ética y
moral. Se trata de hacer morir el
viejo hombre en Jesús y volver a nacer en una persona nueva.
En Titos 3:5 dice “Nos salvó, no por obras de justicia
que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de
la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo”.
Por el lavamiento de la
regeneración y por la renovación en el Espíritu
Santo somos una nueva persona.
Una vez leí un artículo en
una revista Cristiana. Era el testimonio de
una hermana que vivía con el marido incrédulo.
El marido de ésta estaba tan atareado en ganar dinero
y en los negocios que no tenía ni el menor interés por el reino de Dios. Pero
ella estaba orando por la salvación del marido durante mucho tiempo. Un día el marido le pidió que le acompañaría a la iglesia. Asombrada y muy
alegre, pensó que era la respuesta a sus oraciones, pero temiendo que niegue
nuevamente le preguntó “a qué se debe”. No obstante, ambos fueron a la iglesia
y ella rogaba al Señor que tocara y transformara al escuchar la palabra de
Dios. Pero escuchando el sermón del pastor se desanimó inmediatamente.
Hablada de la genealogía que Fulano dio a luz a
Sutano y murió, Sultano dio a luz a Mengano y murió, así sucesivamente. Que
Adán dio a luz Set y murió, que Set dio a luz Enós y murió. Ella se sintió muy
pesado el sermón. Se lamentó por dentro, “esta era la oportunidad para que mi marido
se convirtiera y si el pastor habla solamente de que alguien dio a luz a
alguien y murió qué voy a hacer. Mi marido no querrá venir nunca más a la
iglesia” Pero la semana siguiente, el marido le volvió a decirle que quería acompañarle
a la iglesia. Y esa semana aceptó a Jesús.
Asombrado le preguntó “querido, por qué decidiste
aceptar a Jesús, si el sermón del primer día era solamente de nacimiento y
muerte” “bueno, es que yo estaba tan ocupado en los negocios que no supe que el
hombre nace y luego muere. Y ese día el pastor habló solamente de que alguien nació y murió y me hizo entender que la vida es
nacer y luego
morir. Y pensé entonces que también a mí me llegaría el día de la muerte y que debo prepararme para la
muerte en lugar de
pasar todo el tiempo en los negocios”. Si el Espíritu Santo actúa aún el sermón sobre genealogía son tocados. Porque
el Espíritu Santo nos hace entender la verdad. Aunque para otros se escuche
como necedades, el
Espíritu Santo usa esas palabras para cambiar a
nuestra alma. Pues,
el Espíritu Santo nos vuelve a nacer y también nos ayuda. Nos ayuda a entender la verdad y nos guía y nos llena de
poder y nos cambia.
En San Juan 16:13 dice “Pero cuando
venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad;
porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os
hará saber las cosas que habrán de venir”. Cómo entenderíamos
toda la palabra de Dios desde Génesis hasta Apocalipsis. Es muy difícil que una
mujer que pasa la vida adivinando la vida de otros entienda la Biblia.
El Espíritu Santo debe iluminarla. Pero después que
se arrepienta,
al leer la biblia su vida cambiará totalmente. El Espíritu Santo nos guía a la verdad.
En I Corintios 2:12 dice “Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para
que sepamos lo que Dios nos ha concedido”.
El Espíritu Santo trabaja en nosotros para que
nosotros entendamos lo que llegó por gracia. Sin la ayuda del Espíritu Santo no
podemos llevar una vida digna del Señor.
Después que aceptamos a Jesús, debemos superar
muchas tribulaciones y pruebas difíciles, para tal necesitamos la ayuda del
Espíritu Santo. Porque nuestra vida devocional se basa en la compañía del
Espíritu Santo. Sin que nosotros mismos
entendamos, el Espíritu Santo nos vuelve a nacer, nos da entendimiento y nos
ayuda.
Cuando estaba cursando la primaria era un buen
corredor de 100 metros plano. Siempre ocupaba el primer puesto desde el primer grado hasta que me gradué de la escuela
primaria.
Pero una vez ocupé el
último puesto. Ese día también estuve llenos de
entusiasmo por ocupar el primer puesto, pero ese día el juego era diferente,
primero teníamos que correr a cierto lugar y hallar la papeleta donde decía la
manera cómo querrían que corrieran. Llegué primero al primer puesto para hallar la
papeleta y allí decía que tenía que correr con la abuela. Rogaba a mi abuela que corriera conmigo, pero ella no
quería, entonces hallé a otra abuela todavía más vieja que la mía y corrimos
juntos, pero ella se movía torpemente que llegamos al último lugar. Y el que
siempre ocupaba el último puesto, aquel día ocupó el primer puesto, porque corrió con el
profesor de gimnasia. Esto nos deja una enseñanza, no tratemos de correr solo
en la vida. Dios nos envió a
nosotros el Espíritu Santo para que corra con nosotros. Porque dijo “no os dejaré
huérfano; vendré a vosotros. Y yo rogaré al Padre y os dará otro consolador, par
que esté con vosotros para siempre”. Consolador significa
el enviado de Dios para socorrernos quien siempre está con nosotros. Debemos
correr siempre acompañado del Espíritu Santo para alcanzar victoria en la vida.
En Hechos 1:8 dice “Pero recibiréis poder, cuando haya venido
sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda
Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”.
No sabemos hablar con elocuencia, hablamos
tartamudeando, pero si dependemos del Espíritu Santo, él ordenará nuestros
pensamientos y hablará por nosotros.
Cuando estaba en el seminario de teología, tenía
una compañera muy tímida. No tenía mucha preparación académica.
Siempre estaba muy callada, no tenía mucha
comunicación con los otros compañeros de la escuela. Siempre me preguntaba “por qué una mujer tan
tonta está aquí con nosotros, qué podrá hacer Dios
con ella” Pero un día me arrepentí y me avergoncé muchísimo de la confesión de
mi boca. Los días sábados siempre salíamos al parque para evangelizar y yo era
jefe de evangelización. Salíamos con tamboriles, y mirando a la muchacha le
dije “hoy tú vas a predicar”.
Pensé por dentro, “hoy si vamos a fracasar ésta evangelización, no sé por
qué dije tú predicas hoy”. Pero a la hora de la predicación, ella habló de tal
manera que todos los que
estaban allí reunidos le aplaudían, después que terminó la predicación seguía
siendo la misma tímida y callada. Supe luego que ella era una mujer llenos del Espíritu
Santo. Cuando oraba estaba llenos de la presencia del Espíritu Santo y oraba
en lenguas y tenía comunión con Dios. Después
ella se casó con un ministro. Entendí entonces que el Espíritu Santo nos cambia
y trabaja por nosotros. Y que trae cambio a nuestra vida.
En Efesios 4:24 dice “Y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y
santidad de la verdad”.
Nosotros no podemos vestirnos del nuevo hombre con
el esfuerzo humano, pero el Espíritu Santo nos redarguye, nos consuela y nos enseña y
nos anima para que seamos una nueva criatura.
Después que el gusano de seda entra en el capullo, sale de allí hecho una
mariposa muy hermosa, así el poder del Espíritu
Santo nos transforma a una nueva criatura.
IV.
EL DESTINO DEL HOMBRE
Si estamos destinados a
vivir bajo el amor de Dios, la gracia de Jesús
y la ayuda del Espíritu Santo, ¿cómo debemos vivir?
Los cristianos estamos destinados a vivir bajo el
amor, la gracia de Jesús y la ayuda del Espíritu Santo. Así como el hijo minusválido
necesita la ayuda del padre para sobrevivir, nosotros estamos destinados a
vivir bajo el amor de Dios, bajo la gracia del Señor Jesús y el socorro del Espíritu
Santo. Deseche cualquier pensamiento inicuo de que podrá vivir por sí mismos, por su propia
fuerza y centrado en sí mismos.
En Jeremías 2:13 dice “Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua
viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua”.
El hombre debe entender la situación de su
existencia. La Biblia declara que el cuerpo del hombre es el templo de Dios. El templo
en sí no tiene significado. El templo recobra su valor
cuando el Espíritu Santo habita en medio de ella. Es decir dependiendo del
contenido se valora el objeto. Un espacio vacío no es un templo. Como el
verdadero templo debemos estar llenos del Espíritu Santo, del Hijo y de Dios.
En I Corintios 6:19-20 dice “¿O ignoráis que
vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual
está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis
sido
comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro
espíritu, los cuales son de Dios”.
El hombre es también valorizado como el vaso de
barro. El vaso sirve para llenar de cosas, si el vaso pierde su uso de nada
servirá.
En II Corintios 4:7 dice “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no
de nosotros”.
Somos un vaso de barro. El
vaso debe llenarse de la presencia del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
También somos considerados como los pámpanos de la
vid. Jesús es el árbol de la vid y nosotros los pámpanos. Las ramas deben estar
adheridas al árbol para recibir nutritivos. Separados del árbol nada podemos
hacer. Sin cesar debemos estar sujetos al Señor siempre.
En San Juan 15:5 dice “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho
fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”.
Por tanto, somos el templo que contiene al Padre Dios, al Hijo Jesús, y al Espíritu Santo, no podemos
vivir por nosotros mismos, porque estamos sujetos al Señor. Fuera de él no podremos llevar frutos.
Dice la Escritura Abre tú boca y yo la llenaré. Debemos abrir nuestra boca y llenarnos del amor de Dios, de la gracia de Jesús,
de la llenura del Espíritu Santo. Debemos estar firmes en el árbol de la vid
para llevar muchos frutos. Porque solamente por medio del Señor podremos llevar
frutos, de manera que nuestros pensamientos deben cambiar, no piense neciamente
que podrá vivir por sí mismo. Que podrá sobrellevar la vida con los medios y maneras
humana. Como dice en San Mateo
6:33 “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y
todas estas cosas os serán añadidas”.
Entendemos que no vivimos por nuestros medios, sino
por medio del amor, la gracia y la ayuda del Señor.
En Romanos 12:2 dice “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad
de Dios, agradable y perfecta”.
Leí un artículo que escribió el reverendo Robert
Shuller sobre “Si deseas de corazón lo alcanzará”. Un hombre salió a pescar y
el compañero de al lado estaba pescando bien y tenía una regla de 30 cm. Una
pez que pescaba medía el pez si medía más de 25 centímetro lo devolvía al mar y
si medía menos de 25 centímetro lo guardaba en la canasta. Extrañado le preguntó “usted debe
ser un filósofo” “Por qué piensa así” “bueno
porque usted con una regla mide el pez y lo que miden más de 25 centímetro lo
devuelve al mar y los que miden menos de 25 centímetro lo guarda en su canasta, debe tener una
filosofía en esto” y el pescador le contestó “Que risa, no tiene ninguna filosofía en esto, lo que
pasa es que el
sartén de mi casa mide solamente 25 centímetro”. Si el pensamiento del hombre se endurece de ésta
manera actúa conforme a ella. Él podía pescar pez de 30 centímetro y si su
sartén mide solamente 25 centímetro lo podía dividirlo en dos pedazos, pero él
no quiso cambiar el pensamiento sino seguir lo que ya estaba establecido. Pero
nosotros los cristianos debemos cambiar nuestros pensamientos en el Señor. No vivir centrado
al humanismo, ni por los medios y maneras humanas,
sino sujetos al Señor. Buscando primeramente el reino de Dios y su justicia.
Debemos escuchar siempre la palabra de Dios, meditar en ella y cambiar nuestros
pensamientos. Y esperar al Dios que llena.
No podemos llenarnos por nosotros mismos. El Padre celestial
nos ilumina con el sol y nos llena de la gracia de la cruz, de la comunión con el Espíritu
Santo. La Divina Trinidad siempre nos llena. Por tanto, mire al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo y abra su boca y ore por
medio de la fe.
En Génesis 13:14 dice “Y Jehová dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: Alza ahora tus
ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y
al occidente”.
Si miramos a Jesús, él nos llenará.
En Génesis 15:5 también dice “Y lo llevó
fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las
estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia”.
Si mira las estrellas del cielo y lo cuenta, así
será tus descendencia
dijo el Señor. Mire a Dios que llena, no mire solamente a la desesperanza, a la tierra porque no hallará nada. Alce
sus ojos y mire a Dios. Mire el amor inmenso e incondicional del Padre, la
gracia ilimitada de Jesús. La comunión del Espíritu Santo. Adore y alabe a
Dios. Bendice
alma mía a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice alma mía a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él
es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana
todas tus dolencias; el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y
misericordias; el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el
águila. Si miramos a Dios éstos grandes cambios y bendiciones llegarán a nosotros. Y espere que Dios
le llene.
Porque somos su templo, él querrá llenarlo. Ruegue
a Dios para que llene el vaso. Oh Dios porque soy solamente ramas necesito que
me alimente de nutritivos.
En Jeremías 33:3 dice “Clama a mí, y yo
te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces”
En Efesios 3:20 dice “Y a Aquel que es
poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o
entendemos, según el poder que actúa en nosotros”.
La compañía farmacéutica corena, Jong Keun Dang
tiene el logo de una campana. ¿Por qué? En tiempo pasado en el mercado de Yong Chun de Seo Da Mun
muchas mujeres vendían fréjol nacido, en medio
de ellas estaba una mujer muy piadosa.
Ella antes de salir al mercado, primero pasaba por
la iglesia y
ofrecía servicio de madrugada. Siempre oraba “Dios
yo no tengo mucho dinero para educar a
mis hijos porque soy solamente una vendedora de fréjol nacido, pero deseo
que ellos sean buenos cristianos, que te sirvan y te glorifiquen y sean
personas útiles en la sociedad”. Siempre que
salía al mercado para vender fréjol nacido pasaba primero por la iglesia. Así
Dios escuchó las oraciones de ésta mujer que todos los hijos crecieron y fueron
prosperados. Uno de ella es el presidente de la compañía farmacéutica de Jong
Keun Dang. Sabiendo que el éxito de su vida dependía de las oraciones de su madre, pensó en cómo prosperar el negocio y buscó el logo relacionado a
la campana de la iglesia que tocaba todas las madrugada para anunciar el
servicio. Así también Dios prosperó él negocio y escuchó las oraciones de una
madre. Clama
a mí dice el Señor. Como los pichones si no abren la boca no
podrán recibir alimento, nosotros
debemos abrir nuestra boca y clamar a Dios. Pedid y se os dará, buscad y
hallaréis y llamad y se os abrirá. Todo aquel que pide, recibe, y el que busca,
halla y al que llama, se le abrirá. Si no le pide,
no lo busca y no lo llama, Dios no le podrá ayudarle.
Asimismo debemos estar muy agradecidos del amor, de
la gracia y la comunión del Espíritu Santo. Podemos valorar que nuestro
espíritu está saludable cuando estamos llenos de alabanzas y acciones de
gracias. De lo contrario si estamos llenos de quejas, murmuraciones y lamentos
es que estamos enfermos espiritualmente.
En Salmos 22:3 dice “Pero tú eres santo, Tú que habitas entre las alabanzas de Israel”.
En medio de las alabanzas y adoraciones está Dios.
Pero en medio de quejas y murmuraciones está el diablo.
En Salmos 50:23 dice “El que sacrifica
alabanza me honrará; Y al que ordenare su camino, Le
mostraré la salvación de Dios”.
En Hebreos 13:15 dice “Así que,
ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de
alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre”.
Aunque sintamos molestias y dolores, debemos
agradecer a Dios y abrir nuestra boca por medio de la fe, y él se encargará de
llenarlo. El escritor de el Mesías, Georg Friedrich Handel aunque había
compuesto muchas operas no tuvo éxito. Continuó fracasando y el ataque de su rival lo dejó casi en bancarrota. En Londres se rumoreaba
que Handel ya estaba terminado como compositor de música. Sintiéndose en
desesperanza buscó a Dios en oraciones. A los 23 días de oraciones escribió el
Mesías. Arrodillado delante de Dios halló esta música célebre. Y ante la música
del coro Aleluya estaba derramando lágrimas sin cesar y confesó “he visto el cielo delante de mí, he visto la grandeza de Dios. Oh, Dios tú
estás aquí” Cuando
todo pensaban que no había más futuro para
él, él fue llenado de Dios y durante estos 23 días de oraciones de clamor, se
manifestó la presencia de Dios lo que llevó a Handel a componer la más célebre música. El único que nos
llena es Dios. Aunque todos nos tache que está
terminado, Dios nos pide que abramos nuestra boca en oraciones y que él la
llenará.
El que sufre de parálisis física
y mental necesita la ayuda de los demás
para sobrevivir en el mundo. Y el padre que lo atiende está destinado a
ofrecerle amor y socorro.
Asimismo el hombre está destinado a buscar el amor,
la gracia y el
socorro de Dios y él está destinado a ofrecernos amor,
gracia y socorro.
Rev. Demetrio Castillo jaimes