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Cambiadores de Circunstancias

PARA TENER ÉXITO Y OCUPAR EL LUGAR QUE NOS HA SIDO ASIGNADO; HAY DOS ELEMENTOS QUE SE DEBE CONSIDERAR:
1. EL TALENTO Y DONES NATURALES 2%
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TODOS LOS QUE SON DIGNOS DE ADMIRAR NO NACIERON CON "MAYOR SUERTE" QUE TÚ, SOLAMENTE DECIDIERON CAMBIAR SU SITUACIÓN ACTUAL Y ALCANZARON SUS SUEÑOS.

¿QUÉ HARÁS TÚ CON LOS TUYOS?

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lunes, 8 de marzo de 2010

La oración Eficaz

La Oración Eficaz
La eficiencia de la oración no depende de la repetición de ciertas palabras, ni de una hora en particular (no importa si en temprano por la mañana, al medio día, o en la noche), ni el tiempo que se utiliza, mucho menos de la postura.
Tampoco es una oración eficaz aquella que es ocasional: durante un encuentro en la iglesia, o en recitar algunas frases antes de dormir o comer.
El mandamiento es que "los hombres siempre tienen que orar y no desmayar" (Lc.18:1).

Sabe, es posible usar un lenguaje correcto, pasar mucho tiempo, y estar en una posición apropiada (de rodillas quizás), mientras se ora, y a pesar de todas estas cosas no haber orado.

¿Cuál es entonces la característica fundamental de la oración de los apóstoles y los santos de Dios a través del tiempo?...

Vayamos pues a la escritura; en Hecho 1 describe a los apóstoles que oraban usando varios adjetivos: “continua”, “persistente, intensa.

Toda su personalidad estaba enfocada en ir ante Dios. Su oración no era la murmuración de peticiones formales, ni recitar frases religiosas aprendidas en la infancia, más bien una expresión del deseo más querido en su vida. Lo que sus corazones deseaban, sus palabras expresaban delante del trono de Dios.

Una de las razones por las que nuestras oraciones no son contestadas, es que no expresan honestamente los verdaderos deseos de nuestro corazón. Tal vez pidamos por cosas nobles y que valen la pena, pero, a menos que esas cosas sean verdaderos deseos de nuestro corazón, entonces no es oración la que estamos ofreciendo. Cuando los Apóstoles oraban, Leemos que introducían su oración con el reconocimiento del hecho de que Dios no sólo oye nuestras palabras, sino también conoce nuestros corazones (Hech. 1:24). Y por lo tanto, oraban sin pretensiones, sin tratar de ocultar nada, sino expresando aquello que sabían que Dios podía ver como sus más grandes deseos.

Es sólo esta clase de oración que es “Continua” (Hch.1:14 NVI), en todo tiempo (Ef.6:18 RV). No termina cuando nuestras palabras terminan, continúa viviendo como el deseo de nuestro corazón, el pensamiento de nuestra mente y el objeto de nuestra voluntad ¡Y sigue siendo al ser escuchado por Dios!

Debemos hacer el objeto de nuestra oración, dominante deseo de nuestra vida, deseemos, como los grandes hombres de Dios, ver al Señor honrado y para el cumplimiento estar dispuestos a todo, como John Knox, cuando exclamó, “¡Dios, dame Escocia o me muero!” O la oración de Pablo, cuando dijo: “El deseo de mi corazón y mi clamor a Dios es por ellos, para que sean salvos” (Rom.10:1)

En conclusión; nuestra oración debe brotar del amor a Dios y el deseo intenso de ver a su Hijo Glorificado; es entonces que nuestra oración va a ser semejante a la de Pentecostés: “Continua”, Persistente”, “intensa”

AMEN.

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